Las palabras necesitan de un contexto histórico, político, social, cultural, económico y biográfico para significar. Exhorto a lxs lectorxs/militantes a realizar un viaje de conocimiento acerca de lugares, tiempos y autorxs para enriquecer la experiencia literaria que propongo en este espacio. Gracias.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Mayo, 1945 (fragmento)

Mayo, 1945
(Fragmentos)

Cuando llegó a nuestra ciudad,
perdidos nos sentimos. De tanto esperarla,
y de atisbar con el alma cada rumor suyo,
no la reconocimos en las últimas descargas.
Hemos sufrido tanto
con el trajín de los días y las noches;
hasta aquellas diminutas flores
no pudieron florecer esta mañana.
Sólo vi a un chiquillo,
batiendo palmas y gritando,
como si él, inocente, comprendiese
al huésped que había llegado.
(...)
Ella vestía una casaca desteñida,
y sangraban sus piernas arañadas.
Ella llegó, golpeó en la casa,
abrió la madre, la mesa estaba servida.
«Tu hijo —dijo— servía en el mismo regimiento.
Y yo he vuelto y me llaman Victoria.»
Había pan negro, pero más blanco que en los días negros.
Y las lágrimas eran más salobres que la sal.
Con gritos festejaban todas las capitales del mundo,
aplaudían, cantaban y bailaban.
Y sólo en aquella apartada aldea rusa,
dos mujeres solemnemente estaban en silencio.

De Ilya Ehrenburg,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Del diccionario incinerado: espontaneidad

Del diccionario incinerado: espontaneidad

Espontaneidad:
(Nominativo femenino)
Calidad o cualidad
De espontáneo./
Manifestación sencilla,
Fácil y natural
Del pensamiento -dominado-,
Que la clase hegemónica
Quiere inculcar
A las clases subalternas
Como valor positivo
Para someterlas,
Denostando toda actividad
Que demande
Reflexión y organización.

Por Félix Sánchez Durán.

martes, 27 de diciembre de 2016

Lo que dejé por ti

Lo que dejé por ti

Ah! Cchi nun vede sta parte del monno
Nuri za nnemmanco pe eche ccosa é nnato.

- G. G. Belli -

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

De Rafael Alberti,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

domingo, 25 de diciembre de 2016

El derrotado

El derrotado

Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba - último buitre -
el viento.

Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.

Nunca - y es tan sencillo -
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: "buen día,
madre".
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.

De Ángel González,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 23 de diciembre de 2016

Milagro Sala

Milagro Sala

He tenido una visión de futuro
Aunque también es memoria
En ella fue clara la mano del verdugo
Y su intento de perfumar la Historia

He tenido una visión de futuro
Y vi tu cara en las banderas
De aquellas agrupaciones que luchan
Contra la opresión y dan pelea

He tenido una visión de futuro…

He visto tu cara en sus banderas
Como llevas con orgullo
A Túpac Amaru como emblema

Por Félix Sánchez Durán

jueves, 22 de diciembre de 2016

Alegato final

Alegato final

Señor Juez,
El muchacho
No quiso robarlo.
No fue su intención
Tomar el celular
Para venderlo.
Salió corriendo
Por el miedo mismo
A lo que había hecho
-y podrían hacerle-.
A nadie hizo daño.

Señor Juez,
El muchacho
Sólo quería
Dejar de ser
Ignorado.

Señor Juez,
No considere esto un arrebato
Sino la complicada evidencia
De lo que realmente es:
Un llamado de atención
A la sociedad.

Muchas gracias,
Señor Juez.

Por Félix Sánchez Durán.

martes, 20 de diciembre de 2016

A nuestro padre creador Túpac Amaru (fragmentos)

A nuestro padre creador Túpac Amaru
(Fragmentos)

A doña Cayetana, mi madre india, que me protegió con sus lágrimas y su ternura, cuando
yo era un niño huérfano alojado en una casa hostil y ajena. A los comuneros de los cuatro
ayllus de Puquio en quienes sentí por vez primera, la fuerza y la esperanza.

Está cantando el río,
está llorando la calandria,
está dando vueltas el viento;
día y noche la paja de la estepa vibra;
nuestro río sagrado está bramando;
en las crestas de nuestros Wamanis montañas, en sus dientes, la nieve
gotea y brilla.
¿En dónde estás desde que te mataron por nosotros?

En los pueblos, con su corazón pequeñito, están llorando los niños.
En las punas, sin ropa, sin sombrero, sin abrigo, casi ciegos,
los hombres están llorando, más tristes, más tristemente que los niños.
Bajo la sombra de algún árbol, todavía llora el hombre, Serpiente Dios,
más herido que en tu tiempo; perseguido, como filas de piojos.
¡Escucha la vibración de mi cuerpo! Escucha el frío de mi sangre, su
temblor helado.
Escucha sobre el árbol de lambras el canto de la paloma abandonada,
nunca amada;
el llanto dulce de los no caudalosos ríos, de los manantiales que
suavemente brotan al mundo.
¡Somos aún, vivimos! (Kachqanirakmi)

Escucha, padre mío, mi Dios Serpiente, escucha:
las balas están matando,
las ametralladoras están reventando las venas,
los sables de hierro están cortando carne humana;
los caballos, con sus herrajes, con sus locos y pesados cascos, mi cabeza,
mi estómago están reventando,
aquí y en todas partes;
sobre el lomo helado de las colinas de Cerro de Pasco,
en las llanuras frías, en los caldeados valles de la costa,
sobre la gran yerba viva, entre los desiertos.

Tranquilo espera,
tranquilo oye,
tranquilo contempla este mundo.
Estoy bien ¡alzándome!
Canto;
bailo la misma danza que danzabas
el mismo canto entono.
Aprendo ya la lengua de Castilla,
entiendo la rueda y la máquina;
con nosotros crece tu nombre;
hijos de huiracochas te hablan y te escuchan
como al guerrero maestro, fuego puro que enardece, iluminando.
Viene la aurora.
Me cuentan que en otros pueblos
los hombres azotados, los que sufrían, son ahora águilas, cóndores
de inmenso y libre vuelo.
Tranquilo espera.
Llegaremos más lejos que cuanto tú quisiste y soñaste.
Odiaremos más que cuanto tú odiaste;
amaremos más de lo que tú amaste, con amor de paloma encantada,
de calandria.
Tranquilo espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin límite,
lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.
Al helado lago que duerme, al negro precipicio,
a la mosca azulada que ve y anuncia la muerte
a la luna, las estrellas y la tierra,
el suave y poderoso corazón del hombre;
a todo ser viviente y no viviente,
que está en el mundo,
en el que alienta o no alienta la sangre, hombre o paloma, piedra o arena,
haremos que se regocijen, que tengan luz infinita, Amaru, padre mío.

de José María Arguedas,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Cantar de Túpac Amaru (fragmentos)

Cantar de Túpac Amaru
(Fragmentos)

¡Hombres del Perú, hombres perseguidos como piojos, hombres pisoteados,
hombres tallados a sablazos, hombres que tienen una sola camisa!
¡Escuchad el cantar de la Guerra de los Pobres, oíd el cantar de Túpac
Amaru!
(…)
Y los Pobres se sublevaron. (…)
Arreando los gordos rebaños de las ofensas,
pastoreando las enormes manadas de los dolores,
-mucho tardaron en vadear el Urubambavino
la gente de Acos.

Tomasa Tito Condemayta los mandaba.

La gente de Taraco vino luego.
Eran tan pobres que no tenían ni sombra.
(…)
Un año duró la pelea.
Un año de mil meses combatieron.

Cien mil sacaron la lengua.
Cien mil se balancearon de las vigas.
Honor al valiente y al cobarde (…)
Igual pesaron en los platillos de la muerte.
No tenían lanzas, ni espadas ni estandartes.
Todos los reyes,
todos los Papas,
todos los Grandes,
avanzaron contra ellos.
No temblaron.
(…)
Fueron derrotados, no vencidos.
Ni con espada, ni con cadena, obtiene el hombre victoria.
Sobre las ruinas siempre avanza el alba con banderas.

de Manuel Scorza,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Metáforas del ausente (Leiden)

Metáforas del ausente
(Leiden)

El exilio no es una carga:
por ejemplo, una cruz, un saco roto
del que se caen las piedras y está lleno
siempre: ni es una puerta,
ni un muro, en el que todas
las salidas se estrellan, ni un canal
que se lleva las barcas y los versos.

Es más bien como una
niebla sutil que cubre cuantas almas
y cuantos gestos, una
nube implacable que se llama niebla
y otros llaman exilio.

Envuelto en ella - siempre -,
una alfombra se pisa de hojas secas,
se bebe un agua tibia, un vino escaso
que más parece almagre,
se come un pan que huele
a muchas manos - siempre
lavadas y secadas en exceso -,
se duerme entre la mar y la vigilia,
pendientes - siempre - de lejanas torres
que nunca dan la hora,
sentados - siempre - en el brocal de un pozo.

De Ángel Crespo,
en Una mano tomó la otra - Poemas para construir sueños (selección de Pedro Hilario Silva y otros), Comunidad de Madrid, 2004.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Elegía por cincuenta toneladas de patatas

Elegía por cincuenta toneladas de patatas

Fue en Baldwin el delito, miserables,
fue el crimen, corazón, en Yanquilandia,
donde el Dólar predica:
—«¡Democracia, señores, Democracia!»
(Withman se cubre el rostro, pero impreca.
Withman, callado, canta.
Lincoln se cubre el rostro, pero ruge.
Lincoln, callado, habla.)
«¡Democracia, señores!»
Donde se linchan negros, «¡Democracia!»,
donde la libertad —¿la tuya, Washington?—
tiene una enorme estatua.

Lo dicen con patético cinismo
las dos líneas no más de un cablegrama:
«En Baldwin (Alabama) se quemaron
cincuenta toneladas de patatas»...

¡Cincuenta toneladas, hambrientos,
cincuenta toneladas, niños, parias,
madres sin leche, viejos mutilados,
cincuenta toneladas de patatas!

(Franklin se cubre el rostro, pero llora.
Franklin, callado, brama.)

Hambre, miseria, carestía; el Dólar
os grita: «¡Democracia!»
La libertad en el cubil del Ogro
tiene una enorme estatua.
(¿Aún de allá traerías tus maestros?...
y Sarmiento también, ceñudo, calla.)

¡Cincuenta toneladas, desdichados,
cincuenta toneladas de patatas!

Pueblos que mueren de hambre en todo el mundo,
quema el Dólar cincuenta toneladas,
cincuenta toneladas, infelices,
cincuenta toneladas de patatas.

Seguid bebiendo, pobres, el narcótico
que os suministra el Dólar: «¡Democracia!»
Postraos de rodillas ante el mito:
La libertad se congeló en estatua.
Y siempre esta obsesión de pesadilla,
¡Cincuenta toneladas de patatas!

Hay libertad para prenderles fuego
y el Dólar ululando: «¡Democracia!»
Cincuenta toneladas en cenizas,
cincuenta toneladas,
cincuenta toneladas hechas humo,
cincuenta toneladas de patatas.

de Álvaro Yunque,
en Poesía social y revolucionaria del siglo XX (selección de Jorge Brega), Editorial Agora, 2012.